Chile, que se ha planteado como meta ambiciosa producir hidrógeno verde para descarbonizar sectores como minería, transporte pesado e industria, anunció recientemente un ajuste de sus objetivos en este ámbito. El ministro de Energía, Diego Pardow, declaró que varios objetivos se moderarán a la baja, pues la demanda internacional no ha crecido tanto como se esperaba, lo que hace necesario hacer un “chequeo de realidad”. También informó que se presentará un proyecto de ley con vistas a adelantar la descarbonización al año 2035. El País
El plan original contemplaba incentivos fiscales evaluados en 3.000 millones de dólares en créditos tributarios durante una década para fomentar el desarrollo del hidrógeno verde. Aunque aún sigue creyendo en la viabilidad del proyecto, el gobierno reconoce que ciertos plazos y metas podrían retrasarse o requerir ajustes, especialmente frente a posibles limitaciones tecnológicas, logísticas y de inversión privada. El País
Uno de los factores que motivan este ajuste es la desaceleración en la demanda global: aunque la transición energética impulsa un interés creciente, la realidad de los mercados internacionales y los costos de producción, transporte, almacenamiento del hidrógeno verde son complejos. Además, países compradores también están evaluando prioridades económicas frente a inseguridades globales. El País
Este cambio implica también riesgos y oportunidades para Chile. Riesgo, porque si se bajan demasiado las metas, puede perder impulso frente a otras economías que avanzan más rápido o generar expectativas no cumplidas. Pero también oportunidad: replantear estrategias para hacer las inversiones más eficientes, concentrarse en capacidades tecnológicas propias, asociarse con países que tengan mercados potenciales, e incluso especializarse en nichos (hidrógeno para uso local, exportación moderada, co‐producción de energía). El País
Desde el punto de vista ambiental, adelantar la descarbonización al 2035 implicaría impulsar energías renovables, mejorar eficiencia energética, regulación, y transformación de industrias contaminantes. Políticas de Estado estables son clave, dado que proyectos de hidrógeno verde requieren plazos largos, mucha infraestructura y coordinación público‐privada. El País
Para las comunidades involucradas, especialmente donde se instalarán plantas de producción o infraestructura asociada, es importante que se consideren impactos ambientales, beneficios locales, empleo, capacitación y respeto a territorios indígenas. Una transición justa sigue siendo un desafío esencial para que los proyectos no solo sean técnicamente viables, sino también socialmente aceptables.